El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución para exigir al Estado sionista el alto al fuego inmediato en la Franja de Gaza. Duraría hasta la finalización del Ramadán el próximo 9 de abril. También exigen que se garantice el ingreso de la ayuda humanitaria al enclave. La presentación de esta moción fue realizada de conjunto por los miembros no permanentes del Consejo. Catorce países votaron a favor y uno, Estados Unidos, se abstuvo. Se trata de la primera vez que esta potencia no utiliza su poder de veto dentro del organismo para favorecer a su ¿eterno? aliado: Israel.
Linda Thomas-Greenfield, la embajadora permanente de Estados Unidos ante la ONU, dijo que “se pronunció en apoyo” al “esfuerzo diplomático” que están llevando a cabo los gobiernos de Egipto y Qatar. Esto no fue bien recibido por el gobierno israelí. Inmediatamente se conoció la aprobación de la resolución, el primero en expresarse fue Gilad Erdan, embajador de Israel en la ONU: “Lamentablemente, hoy este Consejo se ha negado a condenar la masacre del 7 de octubre; es una vergüenza”.
Cabe destacar que el documento también exige a Hamás que regrese a los 130 rehenes que aún mantiene cautivos, pero para la administración sionista, esto no es suficiente. Quizás sus verdaderas pretensiones implican poder terminar de borrar del mapa a la Franja de Gaza y la Cisjordania ocupada, en lugar de poner un alto a las hostilidades.
La derrota de Israel frente a la comunidad internacional
Estados Unidos, el histórico defensor y financista de Israel en todas sus disputas, quien hasta ahora había bogado por “el derecho a la legítima defensa” y había vetado todo intento de resolución anterior por el alto al fuego o sanciones económicas, esta vez decidió abstenerse.
Aunque John Kirby, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca afirma que Israel aún es un “estrecho aliado y amigo”, el primer ministro sionista, Benjamín Netanyahu parece no opinar lo mismo. A modo de protesta, canceló la visita de su delegación diplomática a Washington y lamentó en un comunicado la “clara retirada” de Estados Unidos a su postura en el conflicto. También anunció que “Israel no se someterá a las demandas delirantes de Hamás, y continuará actuando para lograr todos los objetivos de la guerra: liberar a todos los secuestrados, destruir las capacidades militares y gubernamentales de Hamás y garantizar que Gaza ya no represente una amenaza”.
Sin embargo, este no fue el primer pulso de abandono: la semana anterior había sido Estados Unidos quien presentara una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU para un alto al fuego en Gaza. En esta oportunidad fue vetada por Rusia y China, otros dos miembros permanentes, con el argumento de que contenía lenguaje “vago e insuficiente” y que eximía de responsabilidades a Israel por lo sucedido hasta el momento.
Incluso, algunos países como Colombia, llamaron a romper relaciones diplomáticas con Israel si no cumple con el alto al fuego.
Qué es el Consejo de Seguridad y por qué es imposible que sea imparcial
Este órgano de Naciones Unidas fue creado con el fin de mantener el diálogo, la paz y la seguridad en el mundo frente a cualquier potencial conflicto. Cuenta con subórganos especializados, como el Comité de Sanciones o el Comité contra el Terrorismo. Y se ampara en el Capítulo VII de la Carta Magna de Naciones Unidas, específicamente los artículos del 39 al 51, donde se establecen los principios y procedimientos para mantener la paz y la seguridad internacionales, incluyendo la autorización del uso de la fuerza militar como último recurso.
Sin embargo, esto no funciona así. A menudo son más importantes para los miembros de este órgano sus propios intereses económicos y geopolíticos por encima de garantizar la paz para la población mundial. Al Consejo lo componen en total 15 miembros, 5 de los cuales son permanentes (China, Francia, Rusia, Inglaterra y Estados Unidos), que tienen capacidad de veto sobre cualquier resolución que haya sido aprobada o no, y 10 rotativos con períodos de dos años que solo poseen poder de votación ordinaria.
Cinco meses y veinte días
Según el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza, ya son 32.414 los palestinos asesinados por la constante ofensiva de Israel, de los cuales el 70% son mujeres y niños. El 75% de los edificios de la Franja fueron destruidos y ya son 1.9 millones los desplazados. La situación humanitaria es crítica. El impedimento del ingreso de ayuda a la región aumenta la hambruna y la proliferación de enfermedades que no pueden ser atendidas, sumado a condiciones sanitarias desastrosas, donde las aguas residuales fluyen por todo el territorio. La única ayuda que llega es a través de drones que –literalmente- arrojan desde el cielo algunos paquetes de comida.
Ajith Sunghay, director de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en el Territorio Palestino Ocupado, denunció las condiciones de vida de la población civil en general y de las niñeces en particular: “Vi a más de 100 niños corriendo hacia un carro que traía comida. Se ven niños por todas partes, llevando agua en bidones, en ocasiones niños y niñas de tan solo cuatro años, cortando leña para hacer fuego. Los niños llevan meses sin ir a la escuela: sus colegios y universidades han quedado destruidos, al igual que sus esperanzas de futuro. Se han atacado hospitales y clínicas, con lo cual pocos están operativos, ya sea para atender un traumatismo o a una mujer que quiere dar a luz”.
