Las recientes elecciones en el Parlamento Europeo mostraron un aumento significativo de la representación de la extrema derecha, obteniendo 157 de un total de 720 eurodiputados, lo que corresponde a un 21,8% de la cámara. Este resultado transforma a este espacio en la segunda fuerza política luego de la coalición de partidos demócrata cristianos y de derecha agrupados en el Partido Popular Europeo (PPE).
El PPE se mantiene como la primera fuerza parlamentaria, aumentando su representación de 182 a 190 eurodiputados. Mientras que los partidos socialdemócratas organizados en la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), pasan a ser la tercera fuerza política, reduciendo su número de parlamentarios, de 154 a 136. De modo similar, la izquierda reformista europea (The Left) en la que se encuentra La Francia Insumisa, pasa de 41 a 39 eurodiputados.
Las mayores pérdidas se produjeron en el centro político. La coalición de centro derecha Renew Europe, que agrupa a corrientes liberales renovadas, como Ciudadanos en España, pasó de 108 a 80 diputados. Mientras que en el eje centro-izquierda, los Verdes/ Alianza Libre Europa (ALE), pasaron de 74 a 52 parlamentarios.
El resultado electoral generó diversas reacciones: “La constelación ultra, la de los partidos euroescépticos —incluso eurófobos—, sacude el Parlamento Europeo”, señaló El País de España; “Giro histórico a la derecha en las elecciones al Parlamento Europeo de acuerdo con las primeras proyecciones de voto publicadas por la institución”, publicó inmediatamente La Vanguardia.
Desde la crisis financiera de 2008, los partidos de extrema derecha han tenido un aumento sostenido de representación en la eurocámara. Pasando del 11,8% en 2009, a un 15,7% en 2014, y 18% en 2019.
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Esa representación continental no se distribuye de la misma forma en los 27 países que conforman la Unión Europea. La derecha agrupada en PPE sigue siendo la primera fuerza política en la mayoría del continente. Mientras los partidos de extrema derecha representan la primera fuerza política en seis países: Francia, Países Bajos, Bélgica, Austria, Italia y Letonia. Quedando los partidos socialdemócratas como primera mayoría en solo cuatro: Suecia, Dinamarca, Lituania y Malta.
Las repercusiones políticas fueron distintas en los países europeos dependiendo de la correlación de fuerzas existentes. En Italia, donde gobierna la ultraderechista Giorgia Meloni, su partido Hermanos de Italia (Fratelli di Italia), pasó de 5 a 24 escaños, desplazando a la Liga de Matteo Salvini, otra agrupación ultraderechista, que pasó de 28 a 9 escaños. En Alemania, donde gobierna el socialdemócrata Olaf Scholz, la derecha agrupada en la Unión Demócrata Cristiana (CDU) se mantiene como la primera fuerza política en la eurocámara con 30 diputados, mientras que el partido nacionalista Alternativa para Alemania (AfD) pasó de la cuarta a la segunda fuerza política con 17 parlamentarios.
Distinto fue el caso de Bélgica y Francia, donde la elección al Parlamento Europeo tuvo repercusiones en la política nacional. “Para nosotros es una noche especialmente difícil. Hemos perdido. A partir de mañana dimitiré como Primer Ministro”, anunció el liberal Alexander De Croo, jefe de gobierno, tras conocer la derrota de su partido Liberales y Demócratas Flamencos (Open Vlaamse Liberalen en Democraten). Mientras en París, Emmanuel Macron señaló: “no podría tratar lo que ha ocurrido hoy como si nada hubiera pasado (…) A esta situación se añade una fiebre que se ha apoderado en estos últimos años del debate público y parlamentario de nuestro país. Un desorden que sé que les preocupa, a veces les desconcierta, pero ante el cual no tengo intención de rendirme. Hoy los retos que se nos presenta, ya sean peligros externos, como el cambio climático y sus consecuencias, o amenazas contra nuestra cohesión. Estos desafíos exigen claridad en nuestros debates, ambición por nuestro país y respeto por cada francés. Es por ello que después de proceder a las consultas previstas en el artículo 12 de nuestra constitución. He decidido devolverles la elección del futuro de nuestro parlamento con su voto. He disuelto esta noche la Asamblea Nacional”. Abriendo con esta decisión un proceso de elecciones legislativas anticipadas al parlamento francés, cuya primera vuelta será el próximo 30 de junio.
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En el país galo la extrema derecha de Agrupación Nacional (Rassemblement National), el partido que lidera Marine Le Pen, obtuvo la primera mayoría en el 93% de las comunas, aumentando su representación en la eurocámara de 22 a 33 escaños, duplicando el porcentaje de votos que obtuvo Renacimiento (Renaissance, antes denominado ¡En Marcha!), el partido del presidente Macron, que logró un magro 14,6%.
El 25 de abril, Jordan Bardella, líder de la lista de Agrupación Nacional para el parlamento europeo, había dicho: “El presidente de la República ha decidido participar directa y personalmente en una campaña electoral. El hecho de participar implica un compromiso personal y directo, un compromiso simbólico y eminentemente político. Un compromiso político y personal deriva necesariamente en una responsabilidad política. La consecuencia concreta e inmediata ya lo habíamos dicho, debe ser la disolución de la Asamblea Nacional. La intervención política de hoy hace esta opción inevitable en caso de fracaso electoral de la lista del presidente Macron”.
¿Por qué la extrema derecha se ha convertido en la primera fuerza en Francia? Erwan Lecoeur, sociólogo especialista en extrema derecha señaló para un medio francés que “a partir de Marine Le Pen la base se ha ido ampliando con mujeres, jóvenes y también con el funcionariado, antes eso era menos frecuente, pero sigue habiendo dos puntos en común, el bajo nivel de estudios en general y también una procedencia de fuera de las grandes capitales”. Y en relación al éxito electoral de Agrupación Nacional señaló: “su capacidad para simplificar temas complejos mediante respuestas simplistas y convertirse en antisistema, hoy en día en Francia como en Europa y el resto del mundo, ser antisistema a base de noticias falsas y otras cosas con las redes sociales y los medios de comunicación que cada vez dan más espacio a esta gente, permite una propaganda muy eficaz”.
Una joven francesa decía recientemente para la televisión francesa: “Entre el alquiler y la niñera ya se me van mil euros, a eso le añades la luz, el agua, el teléfono, internet, más o menos tengo unos dos mil euros de gastos fijos al mes”. ¿Y qué sueldo tienes?, le pregunta la periodista. “Mil cuatrocientos, siempre estoy en números rojos (…) he votado a Agrupación Nacional porque he abierto los ojos sobre muchas cosas, me he dado cuenta de que hay mucha desigualdad, mucha injusticia, parece que no se nos trata a todos por igual, no me parece normal tener un trabajo, estar orgullosa de ir a trabajar, de tener un oficio, de alimentar a mi familia, pero no llegar a fin de mes”, pero tras describir sus problemas económicos, desplaza su malestar hacia un discurso anti inmigrante característico de la agrupación ultranacionalista: “los inmigrantes vienen aquí y nos dicen con todo el morro ‘venimos aquí porque hay seguridad social y ayudas’, y luego se quedan en casa porque lo tienen todo y piensan que es gratis, pero no lo es, no es gratis, todos los meses lo pagamos con lo que nos retienen en la nómina, así que no, no puedo con esto”.
Al día siguiente de las elecciones europeas, la Plaza de la República volvió a ser el centro de manifestaciones. Miles de jóvenes se reunieron en rechazo a Agrupación Nacional. “Entre las diferentes banderolas que hemos visto hay una que llama la atención particularmente. Están las caras de todos los últimos presidentes de Francia, desde François Mitterrand hasta Emmanuel Macron, y en esa banderola dice simplemente es por ellos que el antes Frente Nacional (y hoy Agrupación Nacional) está en frente de estas elecciones”, señaló una reportera de la televisión francesa.