Los drones de los medios que sobrevolaban el microcentro porteño, percibieron una marea humana que se extendía desde Congreso hacia Plaza de Mayo. Carteles que decían “sin ciencia no existe Conan”, “ Milei, dejame cursar que todavía no entendí a Lacan” y “A vos te queda poco, Peluca Botón”, uno de los cánticos del momento, inundaron las calles de Buenos Aires y demostraron concretamente el carácter indudablemente opositor de la marcha por la universidad pública.
La Marcha Federal Universitaria desde un dron ❤️#MarchaFederalUniversitaria pic.twitter.com/kN06NcQv2g
— Radio Gráfica (@radiografica893) April 23, 2024
El martes, cientos de miles de personas que solo se ocupan de sus asuntos privados, decidieron movilizar en defensa de la universidad pública. Se podría decir, en término de Trotsky, que se empezaron a agrietar las compuertas de la vida rutinaria y el día a día para estudiantes y docentes se vuelve invivible. Decanos y rectores, dijeron concretamente que, en muchos casos, no podrán abrir las puertas de sus facultades en el segundo cuatrimestre porque no podrán afrontar los gastos de funcionamiento como la luz y el gas.
La universidad pública elude el destino
En Argentina, a diferencia del resto de países de Latinoamérica, un hijo de una señora que limpia por hora, de un albañil o de un peón de campo puede ir a la universidad pública con mucho esfuerzo, recibirse y su situación tiende a mejorar. Este camino de ascenso social es con lo que sueñan madres, abuelas y padres para sus hijos. De hecho, me arriesgaría a decir que es la razón de sus vidas. “Trabajar, para darle un futuro mejor a sus hijos”, es el leitmotiv con el que se levanta cada madrugada una buena parte de la clase obrera argentina.
No pude haber tomado mejor foto en la marcha universitaria. Sintetiza todo por lo que vale la pena luchar. pic.twitter.com/NEdeBQS9ve
— Kaloian (@kalofotograma) April 23, 2024
Eso está puesto en cuestión, el propósito de la vida de gran parte de nuestra clase. Si no hay universidad, no hay hijo profesional, no hay futuro, no hay ascenso, es la mera supervivencia. Ningún pueblo se dejaría sacar algo tan profundo como la universidad pública y el pueblo argentino menos que ninguno.
Por eso la movilización fue tan contundente y trajo a personas que nunca habían ido a ninguna marcha, personas que solo se ocupan de su vida privada. Es decir, personas que se ocupan de su asenso social y el de sus hijos. De sus propios propósitos que hoy Milei obstaculiza. En Buenos Aires la convocatoria contó con entre 500 mil y 800 mil personas y en todo el país, se habla de entre un millón y un millón y medio.
¿A dónde van los radicales?
Por un lado, La Franja Morada se mostró a la cabeza de la movilización y la presidenta de la Federación Universitaria Argentina, Piera Fernández cerró el acto con un encendido discurso de barricada, pero por el otro, radicales como Rodrigo De Loredo no dieron quorum al día siguiente a la sesión extraordinaria de Diputados para discutir un aumento del presupuesto universitario.
El colectivero gritándole a De Loredo por no dar quórum para el presupuesto de las unviersidades es una postal que recuerda a la crisis del 2001. La soltura con que lo grita y la adhesión y viralización posterior indica que la movilización educativa germinó un consenso opositor. pic.twitter.com/qwfcx4nbhz
— Facundo Oque (@FacundoOque) April 25, 2024
¿Se está procesando una traición temprana del radicalismo o una ruptura en su interior? Piera Fernández en Modo Fontevecchia le envió dardos a De Loredo, al decir que “el Congreso debe hacerse cargo del problema de las universidades y dejar de leer lo que dicen los troll por Twitter”. A la vez, la convocatoria del dirigente radical histórico Federico Storani hacia un radicalismo socialdemócrata hace pensar en una eventual ruptura en el partido centenario.
La política de la izquierda
Las fuerzas de izquierda estuvieron incómodas durante la jornada. El hecho de que el peronismo haya impulsado la movilización desde la gestiones de las universidades, junto al radicalismo y a los centros de estudiantes que dirigen ambas fuerzas, dejó sin ángulo al FITU, que optó por un mensaje sectario. “Con la marcha federal por la universidad pública no alcanza”, decía un volante del MST y el PTS tenía otro que en sus cuatro líneas solo atacaba a los rectores del peronismo y el radicalismo. El Partido Obrero insistía en la necesidad de “no lavarle la cara a las gestiones que convalidaron el ajuste”.
¿Cómo puede la izquierda dedicarse a atacar a otras fuerzas políticas con las que se está movilizando, en vez de darle una perspectiva al proceso de lucha para que triunfe?
La diferencia con la ubicación de la izquierda durante las jornadas de enero contra la Ley Ómnibus fue muy importante. Durante esas sesiones en el Congreso, el peronismo no impulsó la movilización y la izquierda aparecía como la que garantizaba la calle y se enfrentaba al protocolo de Bullrich. Esta fortalece, en conjunto con su presencia en las asambleas populares le permitió un leve crecimiento, que no se está viendo reflejado en la actualidad. En estos momentos la izquierda tiene básicamente una orientación constructiva, pero no queda claro cuál es su propuesta para derrotar al gobierno de Milei.
Tras la marcha por la universidad pública, el juicio político
Un colectivo de personalidades de la política, la Justicia, la academia, organizaciones civiles y del movimiento de Derechos Humanos, ligados al kirchnerismo en mayor o menor medida, presentó este lunes formalmente un pedido de juicio político contra el presidente Javier Milei por mal desempeño en sus funciones y posible comisión de delitos.
Entre ellas se destacan la Madre de Plaza de Mayo, Taty Almeida y el premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Es interesante la denuncia, porque cae justo de la enorme movilización universitaria y en medio del plan de lucha de la CGT. La izquierda debe reorientar su política y agruparse en un frente único por el juicio político a Milei junto a todo espacio político y personalidad que quiera impulsarlo.
De esta manera, se impulsa la movilización en las calles y se le da una salida política a la lucha contra este Gobierno. No hay tiempo que perder, dejemos de diferenciarnos y empecemos a ser quienes estemos en primera línea para garantizar que la era Milei termine lo antes posible.
