En la apertura de sesiones del Congreso del pasado 1° de marzo, Javier Milei anunció el cierre de Télam. Lejos de lo que decían algunos analistas, quienes caracterizaron una “moderación” en la estrategia gubernamental para avanzar con su plan, la realidad es que se perpetró el mayor ataque directo contra una estructura laboral desde que inició el gobierno de Milei. Son 700 los trabajadores de Télam que, luego de la apertura de sesiones, encontraron un correo en sus casillas que decía que quedaban suspendidos, y luego descubrieron que su lugar de trabajo estaba vallado.
En este momento, los trabajadores de Télam llevan adelante un acampe frente a la agencia de noticias para evitar su cierre y vaciamiento. El último cable que emitió la agencia destacaba una cita de Milei, donde el presidente afirmaba que “la agencia había sido utilizada durante las últimas décadas como una agencia de propaganda”. Se destacaba además que esta es “la misma justificación que utilizaba el ex ministro de Medios Públicos, Hernán Lombardi, cuando en 2018 se ordenaron 357 despidos en la agencia. Muchos de ellos, después de una larga lucha, fueron revertidos por la justicia”.
El derecho a la información en cuestión
El cierre de Télam no solo representa un ataque a las condiciones de trabajo de los periodistas, sino también un paso en esa batalla cultural que tiene en mente Javier Milei, donde busca cambiar el sentido común de la sociedad, destruyendo los elementos de solidaridad colectiva y despolitizando a nuestro pueblo. Esta vez, arrebatándonos ni más ni menos que el derecho a la información.
Ramiro Marra, cuando fue consultado por el cierre de la agencia, dijo que la existencia de Télam se financiaba con emisión monetaria, lo que genera pobreza, y que su existencia “es injusta para los canales privados” y que la cobertura nacional de noticias no perdía nada, porque “una cuenta de Twitter llega más rápido”. Marra demuestra su ignorancia y su malicia con estos comentarios, pero también revela lo que quiere Milei: la destrucción de la información chequeada.
Quiere que las leyes del mercado o del algoritmo sean las únicas que rijan sobre la información. Que lo que se difunda se defina por los intereses de los grupos económicos que respaldan los medios privados en todo el país.
Télam, justamente gracias a que no se rige con una lógica de mercado, posibilita la llegada de información que de otra manera no llegaría a los medios masivos. Jamás el trabajo profesional de un periodista puede ser reemplazado por una cuenta de Twitter, más aún a sabiendas de los troll-centers que fuerzas como La Libertad Avanza utilizan para sus campañas de desinformación.
Argentina es un país con un alto nivel de politización y debate político. Con convenciones sumamente progresivas ganadas, como el “Nunca Más”. Cuestiones que la ultraderecha representada por Javier Milei viene a cuestionar. Para lograrlo, necesita destruir el armado de ese sustento: los medios son un elemento fundamental, porque a través de ellos se procesa gran parte del debate público.
Un ataque al gremio de prensa
Además, Télam es un lugar donde los periodistas están organizados sindicalmente en el SiPreBA. El ataque a Télam es también un ataque al sindicato de prensa, y no casualmente se perpetra en medio de la discusión de unas paritarias de prensa en la que los empresarios ofrecen un 0% de aumento al salario básico de los trabajadores, lo que hace que la paritaria esté trabada hace varios meses.
Mientras se cierra Télam, se ahoga económicamente a los trabajadores de prensa, disminuyendo también por esta vía la calidad de la información, ya que los periodistas se ven obligados a tener dos o tres trabajos para llegar a fin de mes. La situación de desempleo en el sector también impone la amenaza de la coerción sobre su propia opinión; es decir, se trata también de un disciplinamiento hacia los periodistas.
¿Por qué luchar por Télam es defender nuestra soberanía y nuestra historia?
¿Télam genera pérdida?
Por otra parte, está el argumento utilizado por los libertarios de que Télam no es una empresa rentable, que genera pérdidas. Puede ser que haya algún problema de administración que deba mejorarse, pero eso no implica necesariamente su cierre. Es importante destacar que Télam es una agencia de noticias y no un canal que transmite directamente al público.
Es una fábrica de cables y contenido noticioso, por decirlo así, un lugar que produce contenido que luego otros medios replican, tanto en imágenes como en cables de noticias. Incluso se ha revelado que hay medios masivos cuya sección policial depende íntegramente de la cablera de Télam, ya que son los que asisten a juicios y eventos a los que otros medios no van por falta de personal para cubrir todas las necesidades informativas.
Chequeado.com publicó los números de la agencia. En octubre de 2023, Télam tenía 803 clientes, es decir, otros medios que utilizan sus cables para brindar información a la población. Contaba con 63.000 usuarios mensuales, es decir, periodistas que mensualmente se logiaban para utilizar los servicios pagos de la agencia Télam. El sitio web recibía 8.700.000 visitas mensuales, con 115.575.000 impresiones del portal en los distintos buscadores en ese mes. Estos datos, recopilados por la periodista Irina Sternik, hablan de una agencia con una envergadura robusta. La pérdida de Télam representa una merma significativa para el periodismo y el derecho a la información.
Además, la facturación anual de Télam fue superior a los mil trescientos treinta millones de pesos, y la facturación por explotación de servicios hacia el exterior fue de 117.420 US$ anuales, según la misma fuente citada anteriormente. Cabe destacar además que Télam ofreció su servicio periodístico de forma gratuita para garantizar el derecho a la información durante la pandemia del Covid-19.
Lejos de ser una usina de propaganda kirchnerista, como afirma Milei, Télam brinda un servicio fundamental, proporcionando cables de noticias y corresponsales desde el interior del país, algo que es contratendencial a la lógica centralista de informar solamente lo que sucede en Buenos Aires, donde se encuentran los grandes monopolios mediáticos. Télam contribuye a garantizar el derecho a la información de la ciudadanía y, por ende, a fortalecer los derechos democráticos, porque es fundamental que los trabajadores y los sectores populares tengan acceso a información verificada.
Despidos en el Estado
El cierre de Télam se vincula a otra serie de despidos en dependencias estatales. En las últimas horas, el gobierno desvinculó, con argumentos operativos y políticos a 200 trabajadores de AySA y a 50 funcionarios del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM). Se observa una serie de recortes de personal en distintas sociedades del Estado. Por ejemplo, en la Administración General de Puertos hubo 140 despidos en los últimos días, y en Aerolíneas Argentinas se abrió un proceso de retiro voluntario además de los despidos que hubo a trabajadores tercerizados. Esto se suma a los despidos que hubo en Radio Nacional. Si sumamos todos los casos, son miles, en un contexto de recesión, donde no es fácil conseguir otro trabajo para salir adelante.
La cuestión del salario también se torna crítica. En la misma apertura de sesiones donde se anunciaba el cierre de Télam, el Gobierno expresaba su intención de destruir los convenios colectivos de trabajo.
Este brutal ataque puede ser llevado adelante de diversas formas. Por un lado, se podría impulsar una ley que elimine de un plumazo las paritarias, pero eso requeriría contar con una mayoría parlamentaria que no es tan fácil de conseguir. La segunda manera, indirecta, es cerrar paritarias completamente a la baja, volviendo el salario tan irrisorio que no sirva como parámetro para las distintas empresas, como lo han hecho estableciendo un salario mínimo miserable.
La pelea de Télam no es solo una lucha de un colectivo de trabajadores, es un ataque a la libertad de expresión, al derecho de información de la población y un intento de despolitizar y estupidizarnos para avanzar con los planes de ajuste liberales extremos del gobierno de Javier Milei.
La lucha de Télam en este momento no es solo una pelea de Télam, es una pelea del conjunto de la clase trabajadora y la sociedad que se considera democrática. Télam está siendo atacada con la excusa de la vigencia del Mega DNU impulsado por el Gobierno. Quizás sea una gran oportunidad para que el gremio que conduce a los trabajadores de prensa convoque a una gran multisectorial, no solo para luchar contra el cierre de Télam sino también por la caída definitiva del DNU reaccionario de Milei.
Si gana Télam, ganamos todos.