Vergüenza. Ese es el sentimiento que nos asalta al escuchar el discurso de Javier Milei en Davos. Es a veces difícil de explicar cómo un país que tiene cinco premios Nobel, que exporta grandes obras literarias al mundo, que tiene un cine reconocido mundialmente, cuyos científicos han generado descubrimientos mundiales, tiene a un Presidente que básicamente atrasa cientos de años en el conocimiento humano.
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Milei atacó consensos básicos basados en años de investigación empírica. Según el Presidente “occidente está en peligro” porque fue tomado por la “agenda del socialismo y los neomarxistas”. Esto que parecen palabras sacadas de una teoría conspirativa de internet, son citas textuales de nuestro jefe de Estado.
El capitalismo es bueno, el socialismo es malo
Milei dijo que el libre mercado dejó al mundo en uno de los mejores momentos de su historia. Lo dice 700 millones de personas, viven en la pobreza extrema y más de la mitad de la humanidad, esto es 4 mil 300 millones de personas no tienen acceso a un inodoro.
El mandatario argentino entiende que “socialdemócratas, nazis, comunistas, progresistas, de centro, socialistas” todos son “colectivistas”, porque todos defienden la injerencia del Estado en la Economía.
Más allá de las imprecisiones del caso de comparar socialdemócratas con nazis, (algo que en su tiempo también hizo el estalinismo), al ponernos en la misma bolsa con esas corrientes de pensamiento político, hay una clara incomprensión de lo que significa el Estado para los marxistas.
El Estado para el marxismo
Para los marxistas, el Estado es la herramienta de una clase para oprimir a la otra. Es decir, bajo el capitalismo, es la herramienta de la burguesía para garantizar la explotación de los trabajadores. Claramente, el Estado está compuesto por un personal especializado que además defiende los intereses globales de la burguesía y su propia existencia.
Esto significa que el Estado a veces pone límites a ciertos sectores burgueses para que no se extralimiten en su grado de explotación a la clase obrera, poniendo en riesgo el negocio de toda la clase dominante, o a los empresarios que avanzan demasiado en su grado de concentración. Obviamente existen todo tipo de coimas y corruptela para comprar funcionarios que hagan la vista gorda. Pero hasta en los Estados más corruptos, hay algún tipo de cuidado de defender la legitimidad de la herramienta.
El marxismo no defiende el intervencionismo estatal actual. Tiene como horizonte estratégico la toma del poder por la clase trabajadora, a través de sus organismos y partidos. De esta manera, la reforma del Estado pasaría a ser una herramienta de los trabajadores para poner en caja a los empresarios.
El objetivo final del marxismo es la abolición de las clases. Si el Estado es la herramienta de opresión de una clase sobre otra, de esto se desprende que otro de los objetivos del marxismo es la abolición del Estado.
Esto es una lucha histórica, que se pasa de generación en generación y la pelea actual no está en ese estadio. Sin embargo, es interesante aprovechar las burradas que dijo Milei para abrir a nuevos lectores de las ideas socialistas, cuales son las verdaderas perspectivas de nuestra corriente.
Milei niega el patriarcado y el cambio climático
Milei negó las diferencias de género y la opresión que sufren las mujeres y las minorías sexuales. Según informes también de Naciones Unidas, cinco mujeres son asesinadas en el mundo por alguien de su propia familia,
Además del problema de la brecha salarial, están las redes de trata y explotación sexual y un largo y amargo etcétera.
Actualmente se calculan unos 64 millones de refugiados climáticos. Es decir, de personas que tuvieron que abandonar su hogar y su localidad por fenómenos naturales como inundaciones o calor extremo
Esto se agrava cuando el presidente niega el cambio climático y los problemas que esto conlleva. Equipos de científicos en todo el mundo demostraron los problemas del calentamiento global, de los gases de efecto invernadero. Actualmente se calculan unos 64 millones de refugiados climáticos. Es decir, de personas que tuvieron que abandonar su hogar y su localidad por fenómenos naturales como inundaciones o calor extremo provocado por el cambio climático. Según la ONU esta cifra subirá a mil millones de refugiados climáticos en los próximos 20 años.
Lo único positivo de todo esto, es que sus palabras serán una fábrica de socialistas. Su discurso polarizante coloca dos campos bien delimitados. Uno liberal lleno de ignorancia y oscurantismo. El otro es el socialista que pelea por erradicar la pobreza, el patriarcado y la destrucción del planeta.
